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Se corrió dentro de ella, algo que llevaba deseando desde el día en el que su padre se la presentó. Se trataba de su madrastra, una mujer madura y con la que su padre quería casarse. Pero la mujer era demasiado guarra, hasta el punto de que en un viaje madre e hijo compartieron cama en un hotel. Fue ese el momento que aprovechó el chico para hacer realidad su fantasía sexual más recurrente, que no era otra que estar dentro de su madrastra.

Seguro que ya conocerás el famoso juego de la botella. Lo que posiblemente no hayas visto nunca es a una madre jugando con su hijo. Ella estaba totalmente ebria, parecía no saber lo que hacía, pero sin embargo bien que buscaba la desnudez de su hijo. Con la excusa del juego de la botella consiguió quitarle la ropa al muchacho, antes ya le había enseñado ella el coño.

No me quité ni el pijama para follármela. Me levanté de la cama y me la encontré haciendo el desayuno en la cocina. Mi padre desde luego las sabe elegir bien, siempre con buenas tetas, buenos culos y además muy guarras. Nada más verla comencé a tocarla, ella se apartaba pero yo sin embargo insistía. Me había levantado muy cachondo y me apetecía follármela.

Esta atractiva madurita pilló a su nuevo hijastro pajeándose, algo incómodo para cualquier mujer. Sin embargo al chico parecía darle igual, ni se molestó en taparse. Su intención estaba más que clara, su padre tenía nueva novia, pero él quería estrenar su coño (no era la primera vez que se follaba a una de las novias de su padre).

Desde luego su madrastra aparentaba muchos menos años  de los que tenía. Era una mujer madurita de 41 años, pero tanto su cara como su cuerpo eran espectaculares. Tal vez fuera la meditación, el ejercicio y el yoga lo que ayudaba a que se mantuviera tan en forma, pero la polla del chico no podía aguantar más.